RITOS Y CREENCIAS EN EL PAN
CONNOTACIONES SIMBÓLICAS
CONNOTACIONES SEXUALES
- La abertura vaginal.
- Asociación sexual de la mujer con hacer harina y hornear pan.
CONNOTACIONES ESPIRITUALES Y RELIGIOSAS
- Narraciones bíblicas
- Nuevo testamento
- Antiguo testamento
- Oraciones
- Procesiones
- Gestos de fervor popular
SIMBOLISMO ESPIRITUAL
El pan es evidentemente el símbolo del alimento esencial.
Si bien es cierto que no sólo de pan vive el hombre, también es verdad que nombre de pan se ha dado al alimento espiritual, así como al Cristo eucaristico, «el pan de vida». Es el pan sagrado de la vida eterna de que habla la liturgia. «Bienaventurados, escribe san Clemente de Alejandría, los que alimentan a los hambrientos de justicia distribuyéndoles pan.» .
Los panes de la proposición de los hebreos tenían el mismo sentido. Y el pan ácimo -del que hoy en día está compuesta la hostia- «representa a la vez, dice Saint-Martin, la aflicción de la privación, la preparación a la purificación y el recuerdo de los origenes».
Es de tradición que Beith-el, la casa de Dios, que es la –> piedra erguida de Jacob, se convierte en Beith-lehem, «la casa del pan». La casa de piedra se transforma en pan, es decir, la presencia simbólica de Dios se transforma en presencia substancial, en alimento espiritual, y no materialmente, como sugiere el tentador del Evangelio.
El pan -bajo las especies eucarísticas– se relaciona tradicionalmente con la vida activa, y el vino con la vida contemplativa; el pan de los pequeños misterios y el vino de los grandes misterios; que se puede comparar con el hecho, según señala F. Schuon, de que el milagro del pan (su multiplicación) es de orden cuantitativo, mientras que el milagro del vino (en las bodas de Caná) es de orden cualitativo.
El simbolismo de la levadura se expresa, en los textos evangélicos, en dos aspectos: es, por una parte, el principio activo de la panificación -símbolo de transformación espiritual- y su ausencia entraña por otra parte -volvemos aquÍ a la significación del pan ácimo- la noción de pureza y de sacrificio (GUEM, SAIR, SCHG). P.G. 2.
Su nombre, Pan, que significa todo, le fue dado por lo dioses, no solamente porque todos se le parecen en cierta medida por su avidez, sino también porque encarna una tendencia propia de todo el universo. Sería el dios del todo, indicando sin duda la energía genésica de ese todo (GRID, 342), o el todo de Dios, o el todo de la vida.
Ha dado su nombre a la palabra «pánico», ese terror que se distribuye por toda la naturaleza y en todos los seres, al sentimiento de la presencia de este dios que enturbia el espíritu y enloquece los sentidos. Despojado de esta sensualidad primaria irreprimible, personifica más tarde al gran todo, o al todo de un cierto ser. Los filósofos 798 neoplatónicos y cristianos hicieron de él la síntesis del paganismo.
Plutarco nos cuenta una leyenda: voces misteriosas, oídas por un navegante, anunciaban en plena mar: la muerte del gran Pan. Era sin duda la muerte de los dioses paganos, resumidos en su persona, que los quejidos del mar presagiaban, en el advenimiento de la nueva era y que congelaba de espanto al mundo grecorromano.
La expresión «Pan, el gran Pan ha muerto», se utiliza para significar el fin de una sociedad. «Las sombras de los héroes se lamentan y los infiernos se estremecen. Pan ha muerto; la sociedad se disuelve. El rico se cierra en su egoísmo y esconde a la claridad del día el fruto de su corrupción; el servidor ímprobo y cobarde conspira contra el señor; el hombre de leyes, por dudar de la justicia, ya no comprende sus máximas; el presbítero ya no opera conversiones, antes seduce; el príncipe toma por cetro la llave de oro, y el pueblo, desesperada el alma, asombrada la inteligencia, medita y se calla.
Pan ha muerto, la sociedad ha tocado fondo» (Proudhan). La muerte de Pan simboliza el fin de las instituciones. Curiosa evolución de un símbolo que pasa del desenfreno sexual a un orden social, cuya desaparición entrevista se hunde en la desesperación.
CONNOTACIONES MORALES
SIMBOLISMO
La agricultura de los cereales, debido a su importancia en el bienestar de los pueblos sedentarios, alcanzó carácter sagrado desde la antigüedad. Una gran cantidad de dioses ejercían sus influencias beneficiosas ó perniciosas sobre la evolución climática de las estaciones.
Los Egipcios dieron a Nerpri rango de Dios del trigo, los Fenicios rendían culto a Mot, espíritu del grano. En la mitología griega Deméter desempeñaba el papel de protectora de la Tierra cultivada, papel encarnado por Ceres en Roma.
En el antiguo Egipto, el pan fruto de los cereales, amparaba creencias muy complejas. A su alrededor oscilaban nociones de procreación y fecundidad. El acto sexual y el instinto de reproducción encontraban un trasunto simbólico en la misteriosa fermentación del pan. La levadura era germen a la vez que semilla, el semen vital. Bajo su acción, la masa, cándida e inerte, se convulsionaba en todo su ser para dar lugar al pan levantado. De hecho en el viejo latín, el término levamen no significa fermento, sino consuelo, alivio, descanso. Los panes ázimos ó sin levadura eran considerados un símbolo de pureza, y sólo con pan ázimo puede conmemorarse el tiempo de Pascua. Numerosos pasajes de la Biblia condenan con intransigencia manifiesta el consumo de pan leulado en la fiesta de los Azimos.
La imagen del pan penetraría en los rincones más profundos del inconsciente colectivo de los pueblos mediterráneos vinculada a la idea de la procreación. Aun hoy, un abanico de etimologías, proverbios y expresiones cotidianas, plenas de uso y vigor, corroboran la existencia de connotaciones remotas en la esencia del pan.
El papel del pan para crear mitos universales se basa en la similitud existente entre la masa introducida en el horno y el feto en el seno materno, asimismo existe un paralelismo entre los movimientos del acto sexual y la acción del panadero al introducir las hogazas en el horno, valiéndose de las palas de madera. De hecho el sustantivo horno y el verbo fornicar tienen la misma raíz etimológica.
Cuando Jesús celebró la Pascua con sus discípulos, lo que hizo fue prolongar la liturgia doméstica judía de la bendición del pan y el vino. A partir de aquí la fracción del pan cobra un nuevo significado, convirtiéndose en el acto de culto más importante de su confesionalidad. Belén significa en hebreo «casa del pan». Era frecuente que Jesús se identificase a sí mismo con el pan «Yo soy el pan de la vida», «Yo soy el pan viviente». Curiosamente el pan ázimo y el concepto de pureza que lo acompañaba no se incorporarían a la liturgia cristiana hasta muchos siglos después. Los cánticos eclesiásticos bautizaron las hostias blancas e inmaculadas de pan ázimo como «pan de los ángeles11. Así hasta no hace muchos años, en numerosos rincones de España, el pan se hallaba investido de un halo de religiosidad.
A nivel familiar era rutina que antes de cortar una hogaza, el cabeza de familia trazase sobre su superficie la señal de la cruz con un cuchillo. Si se caía al suelo, el que la recogía debía besarla y decir «es pan de Dios», así como tampoco estaba permitido maltratar ó desmigar el pan, ni tirar sus restos a la basura ó darlos a los animales, ni volverlo del revés sobre la mesa, ni pisarlo ó pinchar las hogazas con la hoja de un cuchillo, ya que todo esto era una afrenta a Dios. El pan suscita un arsenal de connotaciones espirituales, idolatras y religiosas.
Detrás del pan hay más de 6.000 años de supersticiones y ritos. Aún hoy día no han desaparecido por completo ciertas piezas ornamentales, votivas, milagrosas, o simplemente festivas. La presencia del pan en España se manifiesta en ofrendas sacras, donaciones familiares, romerías populares, ceremonias funerarias ó actos muy concurridos.
En algunos panes alegóricos se trasluce la invocación a deidades mitológicas, la esencia de ritos de la fertilidad, y el espíritu de prácticas de culto.
Existen panes benditos, que según las creencias de cada localidad, desempeñan funciones polivalentes ó preservan de enfermedades; actúan contra plagas del campo, las tormentas y las acciones devastadoras de la naturaleza; alejan a brujas y malos espíritus; aniquilan ratas y alimañas, y hasta sanan dolencias específicas.
Las piezas son muy variadas, con forma de galleta, bollo o panecillo, lucen grabadas cruces ó alegorías religiosas, y en algunos lugares se moldean con perfiles específicos en forma de falo, de animales (ambos relacionados expresamente con la fecundidad), etc…
Sumido en convicciones esotéricas, el pan interviene también en actos de fe premonitorios, desempeñando el papel de fetiche ó talismán. Premonitorios del curso de una enfermedad ó talismán de amor, salvación eterna ó felicidad. Tampoco es
infrecuente su presencia en prácticas supersticiosas y actos de curanderismo.
Existen panes relacionados con etapas concretas de la existencia, con ritos de tránsito de la vida humana (adolescencia, noviazgo, matrimonio ó muerte), junto a otros comprometidos con efemérides paganas.
Parte importante de los panes elaborados durante la primavera rememoran los milenarios conceptos paganos de ofrenda ó de exaltación de la fecundidad. En la mayoría de ellos el huevo desempeña un papel decisivo.
Un gran número de bollos dulces y masas azucaradas emergen con esplendor en tiempo de Pascua, y lucen huevos duros cubiertos por dos cordones entrecruzados de la misma masa (en forma de cruz). Los ritos vinculados al huevo de Pascua y la costumbre de ingerir u ofrecer panes o bollos con huevos (entre enamorados, de padrinos a ahijados, de feligreses a sacerdotes) perviven arraigados en occidente como un fiel trasunto de costumbres remotas. Es probable que, cuando el cristianismo pretendió borrar la carga mitológica que envolvía los bollos primaverales, decidiese santificarlos señalándolos con el símbolo de la cruz.
Otros ritos que acompañan la ingestión de los panes primaverales evocan también lejanos arcaísmos. Así la proximidad a una fuente ó corriente de agua (símbolo de vida y materia de fertilidad) se repite en la celebración de los fastos populares. Las comidas en común1 las ofrendas de alimentos a personas de sexo apuesto, alcanzan enorme apogeo en las ceremonias mágico-folklóricas que salpican el mes de Mayo.
El hecho de que los cereales se consideran antaño un símbolo de la fertilidad telúrica explica que todavía hoy se arrojen granos a los recién casados a la salida de las iglesias, ó se les conmine a que compartan el pan de boda.
Con el solsticio del verano, durante la noche mágica de San Juan se rinde culto a la naturaleza, al agua, a la vegetación y al sol, dios supremo de las fuerzas telúricas. Las cocas en Cataluña y Baleares, deben degustarse al aire libre, ya que se augura toda suerte de infelicidades a quienes las ingieran bajo techumbre.
La fiesta de todos los santos marca el anuncio de la estación fría. Para los pueblos primitivos, los muertos no desaparecían del teatro de la vida. Por el contrario podían contribuir al bienestar de sus allegados a cambio de recibir presentes y alimentos en determinados momentos del año. El pan constituía también un ingrediente básico en las ofrendas mortuorias.
Como se observa el pan está presente en los distintos ciclos de la vida, comparándolos con los ciclos anuales, y tienen simbología manifiesta para todos los ciclos de la vida, desde la concepción hasta la muerte.