Tradicionalmente el padrino regala la mona a su ahijado el Domingo de Pascua, después de misa. Este alimento es propio del lunes de Pascua, y la costumbre de hacer una salida al campo para comerlo en familia ha acabado dando nombre al día, que para muchos es «el día de la mona». Pero también comemos desde las torrijas tradicionales y de mil sabores (de cava, de café, de vino tinto, rellenas de crema, caramelizadas…), leche frita, los crujientes pestiños con miel, buñuelos de viento rellenos de cosas más que ricas, monas de Pascua, los panquemados para desayunar, las filloas gallegas o los frixuelos asturianos, huevos de chocolate… podría seguir así otro párrafo más y seguro que me quedaba alguno.

El día del pilar es una ocasión especial para probar los postres de Aragón, donde cabe destacar el  Manto de la Virgen, el brioche del Pilar, la trenza Almudévar,  los adoquines de mil sabores y las frutas de Aragón.

En las fiestas Navideñas, se consumen turrones, peladillas, polvorones, etc.

Durante la celebración de la Virgen de San Lorenzo, en Valladolid, se sirve habitualmente la Tarta de San Lorenzo.

Lágrimas de San Lorenzo en el Escorial.

En Santo Domingo de la Calzada, la Cofradía reparte por toda la ciudad y pueblos cercanos el denominado “Pan del Santo” Mollete del Santo, se trata de un mollete (bollo con escasa levadura), que suele conservarse durante todo el año en los domicilios particulares, y que simboliza el pan de caridad que el santo daba a los peregrinos y necesitados que transitaban por estos lugares en peregrinación hacia Santiago.

Es tradición en Fuenterrabía (Guipúzcoa) el día de San Marcos, las madrinas obsequien a sus ahijados con una opila de San Marcos (pastel de bizcocho con huevos duros).

En Madrid y Sevilla se consumen los huesos de San Expédito, en algunas ocasiones coincidiendo con la Semana Santa.