ARCÓN CONGELADOR

Definición

Un congelador, es un equipo de refrigeración que comprende un compartimento aislado térmicamente y un sistema frigorífico, bien sea por compresión o por absorción, el cual es capaz de mantener los productos almacenados en su interior a una temperatura bajo 0 ºC, normalmente entre -30 °C y -4 °C.

Uso

Los congeladores son ampliamente utilizados para almacenar los alimentos y otros productos por largos períodos en estado de congelación y a una temperatura de régimen establecida. La finalidad del congelado es cesar la actividad enzimática propia de todo alimento y evitar, así, su descomposición o alteración en sus propiedades organolépticas, perdiendo así su calidad. Ese cese de actividad enzimática se produce a los -30 °C. No obstante lo anterior, la mayoría de los congeladores operan alrededor de los -18 °C, donde la actividad enzimática es extremadamente lenta; debido a esto es que no se pueden mantener indefinidamente los alimentos a dicha temperatura.

Se utilizan tanto en los hogares como para uso comercial. Los congeladores domésticos pueden ser parte de un refrigerador, y compartir el mismo sistema frigorífico, o pueden ser unidades independientes. Los congeladores domésticos normalmente son unidades verticales, parecidas a un refrigerador, pero dedicadas sólo a congelar, o bien unidades «tipo cofre», que son similares a los anteriores, pero volteados. Muchos congeladores modernos vienen con un dispositivo que hace hielo, en cubitos, escarchado o ambos. Los congeladores de uso comercial son apropiados para el expendio de helados, hielo y otros productos de similar naturaleza

Tipos y fotos:

Frigorífico

Es el tipo de congelador más pequeño, ya que se combina con la nevera. Aun así, existen muchos modelos y puedes llegar a encontrarlos con una capacidad de 50 litros. Está pensado para personas solas o familias con pocos miembros. Estos congeladores están más indicados para la conservación de alimentos, aunque también congelan.

-Armario con cajones

Se abren por delante (al igual que los frigoríficos, tienen la misma apariencia), tienen mucha capacidad y ocupa poco espacio. Es muy cómodo para almacenar alimentos y, posteriormente, buscarlos. Disponen de varios cajones, donde poder ordenar los diferentes productos; además, suelen ser transparentes, por lo que se ve el interior. Como desventaja, podemos apuntar que al abrir la puerta, se escapa el frío y, por lo tanto, consumen más.

Arcón

La apertura es por la parte superior, como si de un baúl se tratara. Es el que mantiene mejor la temperatura, por lo que también el que menos energía consume. Es ideal para familias numerosas, ya que su capacidad puede llegar a los 400 litros. También es muy útil para personas que viven en lugares más aislados y no tienen tan fácil acceso a productos frescos. Su aspecto negativo es que se necesita suficiente espacio en casa donde ubicarlo, ya que son grandes.

Historia

Durante miles de años el hombre advirtió las propiedades del frío para la conservación de los alimentos. Se sabía que retardaba o evitaba su descomposición, y Que prolongaba por lo tanto la posibilidad de su uso. Pero se veía incapaz de hacer cosa alguna en consecuencia con aquel conocimiento. A lo máximo que se llegó en la Antigüedad fue a enterrar víveres y vitualla en pozos de nieve, en cuevas o en los llamados vasii nivarii por los romanos, es decir: vasos de nieve que conservaban durante algún tiempo alimentos exquisitos perecederos. El primer uso documentado del hielo y de los procedimientos de congelación con fin similar al del congelador actual, se dio ya en la vieja ciudad caldea de Ur, hace cuatro mil años. Existía allí una serie de pozos de hielo para la conservación de alimentos, en un clima como el del Irak actual. De estos pueblos medio-orientales aprendieron los griegos a degustar el hielo en forma de helados, e introdujeron el uso de pozos de nieve, cuya vida prolongaban mediante el recubrimiento con gruesas capas de paja de aquellos agujeros practicados en la parte trasera de sus casas. Alejandro Magno había ordenado a sus cocineros que aprendieran y retuvieran luego las técnicas de elaboración de helados y conservación del hielo. Sin embargo, los egipcios nunca utilizaron aquel procedimiento, a pesar de que los reposteros del faraón no ignoraban las técnicas del helado, manjar y golosina muy apetecidos. Se sabe que el hielo era utilizado en la China del siglo IV: sus emperadores ya almacenaban entonces miles de bloques de hielo que luego troceaban, según las necesidades, especialmente para la elaboración de sorbetes y helados que aquel pueblo ya degustaba -como hemos visto en su lugar-. Siglos antes, los romanos hacían acopio de hielo y nieve, que introducían en los vasos nivarios de que hablábamos arriba. Pero en ningún caso recurrió el Mundo Antiguo a procedimientos extraordinarios, para reproducir los efectos del hielo o de la nieve. Uno de los primeros experimentos en este campo parece que fue el llevado a cabo por un científico inglés del siglo XVII: Francis Bacon. Este sabio y curioso personaje intentó en cierta ocasión congelar un pollo; para llevarlo a cabo lo rellenó de nieve, que iba reemplazando conforme se iba derritiendo. No consiguió lo que se proponía, sino tan sólo coger un gran resfriado, del que murió. Más tarde, en 1755, el escocés William Cullen obtuvo algo de hielo utilizando en el proceso vapor de agua, aplicado todo su experimento a las técnicas del vacío. El proceso de congelación se aceleraba añadiendo ácido sulfúrico. Pero era un mero experimento de laboratorio cuyos resultados no encontraban aplicación práctica. Esto no sucedería hasta entrado el siglo XIX, con los hermanos Edmundo y Fernando Carré, y su máquina para refrigerar jarras. Aquel invento se patentó en 1859. Era un aparato productor de frío por absorción. Pero los avances en la industria de la congelación no deben olvidar al médico norteamericano, John Gorrie, quien en 1844 había creado una máquina frigorífica por aire, utilizando el principio de la expansión de este elemento, principio conocido ya en el siglo XVIII. Gorrie, que ejercía la Medicina en Florida, se proponía aliviar del agobiante calor a sus enfermos. Pero aquella acción humanitaria suya le costó cara, ya que cierta sociedad protestante le acusó de haber querido competir con Dios en lo de hacer hielo a su antojo. Un paso más hacia el descubrimiento del congelador lo dio en 1872 el norteamericano David Boyle, utilizando amoniaco en el proceso del frío por compresor. Su sistema fue perfeccionado por el alemán Karl von Linde y su famosa máquina enfriadora, en 1876, el mismo año que el físico suizo Raul Pictet realizaba en Londres congelaciones de pistas de patinaje sobre hielo artificial para los primeros juegos de esa naturaleza en la Historia. Ya en nuestro tiempo, tras la Primera Guerra Mundial, Clarence Birdseye, que había viajado por el norte de los Estados Unidos y la Península del Labrador, descubrió que la clave de la preservación de alimentos perecederos, como la carne o el pescado, estaba en la congelación rápida. De vuelta en Londres, hacia 1923, experimentó con carne de conejo en su cocina, y más tarde en una planta de refrigeración de Nueva Jersey. Su método era comprimir los alimentos empaquetados entre placas congeladoras, sistema que todavía se ha utilizado en fechas muy recientes, aunque hoy se utiliza la congelación por ráfagas en túneles de viento. Y los primeros alimentos congelados no tardaron en venderse, ya en 1930, en la ciudad norteamericana de Springfield. Su inventor, que moriría en 1956, parece que tenía un gran sentido del humor, pues al redactar su testamento dijo a su abogado, amigo y notario: «Espero no dejarles a todos fríos, John». Tras el éxito del sistema de congelación de Clarence Birdseye apareció el congelador doméstico, y con ello la posibilidad de conservación de alimentos a escala doméstica.

Limpieza

Antes de comenzar con este procedimiento, no debemos olvidar desenchufar el aparato.

Cuando ya esté completamente libre de hielo, solo hay que pasar una rejilla, paño o esponja humedecido en una  mezcla de detergente y agua. En el agua del enjuague se puede añadir unas gotitas de vinagre, quedará más brilloso. También se puede diluir un poco de bicarbonato dentro de agua para usar como limpiador (la proporción es de 2 cucharadas de bicarbonato en 2 litros de agua).

No usar productos tóxicos o abrasivos como el amoniaco. El agua con detergente o jabón neutro será suficiente.

Finalmente dejaremos secar bien las paredes para que no quede líquido en el interior del freezer, y esperaremos alrededor de 1 hora antes de volver a enchufar el aparato.

Además, no debemos colocar ningún alimento dentro hasta que no trascurran por lo menos 30 minutos.

Aplicación culinaria

Lo usamos cuando queremos guardar un producto durante un periodo grande de tiempo sin que se caduque, o al realizar elaboraciones que necesitan muy bajas tº como puede ser un helado.

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